El corazón del Padre está muy agitado y vive el momento con mucha intensidad. Contemplando a su Hijo en el pesebre, esboza una ancha sonrisa. Lo tiene todo preparado desde la eternidad. Todo ha sido previamente amado por El.
El ya sabe lo que supondrá
su presencia en la tierra para cada
criatura que le reciba a lo largo de los tiempos.
El ya sabe el cuidado que recibirá
de sus padres en la tierra. Los eligió por su pureza de corazón y amor a la Ley.
Por eso, les confía a su Hijo.
El ya sabe quien dará testimonio
de su figura cuando tenga que ser presentado ante los hombres. Cómo se llamará, incluso antes que sus propios padres. Le eligió por su humildad. Por eso, será su Precursor.
El ya sabe qué grupo de
amigos le acompañará cuando llegue su tiempo. Les eligió porque, a pesar de sus
debilidades, serán siempre sus fieles discípulos. Por eso, cuenta con ellos para
anunciar el Reino de los cielos.
Y también sabe que su Hijo convertirá
todo lo que toque en Santo, todo lo que diga y haga en Verdadero y Bueno y todo
lo que vea en Bello.
Y también sabe las veces que
escuchará de labios de pequeños y grandes las palabras que recordarán el nacimiento
de su Hijo pues se encargará de dejarlas escritas para despejar cualquier asomo
de duda...Y se recitarán de forma solemne cada 25 de diciembre en todos los
rincones de la tierra:
"José, hijo de David, no dudes en recibir en tu casa
a María, tu esposa, porque ella ha concebido por obra del Espíritu Santo. Dará
a luz un hijo y tú le pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su pueblo
de sus pecados".
El ya sabe…
Y por eso, sus sentimientos
son encontrados: llora al presentir lo que sufrirá su Hijo y goza porque la reconciliación
con la criatura llegará con El.
Y lo siente desde el
momento en que quiso desprenderse de su Palabra para convertirla en carne de su
carne y sangre de su sangre para remediar la flaqueza de sus criaturas, sus dudas, sus
miedos, sus angustias; para curar la soledad de tantos hijos e hijas, sus
perplejidades, sus desánimos; para acompañarles en el camino; para sostenerles
en la lucha.
Dios Padre está sereno después
de sentir el desgarrón que le ha provocado encarnar su Palabra y respira tranquilo al verle tan
protegido entre los brazos cálidos de su Madre la Virgen bajo la mirada protectora
de San José.
Y así descansan el Padre y
el Hijo bajo la sombra amorosa y permanente de su Espíritu.
¡Os deseo a todas y todos
una Santa y Feliz Navidad!
4 comentarios:
Cada año te superas ;)
Feliz Navidad!!!
¡Precioso, Sylvia!!
Igualmente, ¡FELIZ NAVIDAD!!! 🎉🎅
Un abrzooo!!😜👍
Ojalá también nosotros sepamos....
Gracias por este cuento real tan poético
Me ha encantado Sylvi, precioso! Feliz Navidad a ti tambien. Un abrazo muy muy grande desde la ciudad nazarí... :)
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