domingo, 18 de diciembre de 2011

NAVIDAD 2011

 A todas y todos los que me ayudáis a mantener este blog, os deseo una santa y feliz Navidad.


 CUENTO DE NAVIDAD

En casa hay tradiciones que vienen de muy antiguo. Formamos una extensa familia de pastores judíos en la tierra de Belén, conocidos en toda la comarca por nuestra fidelidad a la Tradición de nuestro Padre Abraham.

Cada Sabbat, cuando el abuelo Jeremías regresa de la Sinagoga, repasamos la historia de nuestro pueblo y así aprendemos a amar la Ley. Es un compromiso que le marca la Toráh y él se lo toma muy en serio.

Poniendo la mano derecha en los ojos como símbolo de aceptación de la soberanía de Dios, empezamos a recitar el primer versículo de la Shemá, recogido en Deuteronomio 6:4.

"Shemá Israel, Adonai Eloéinu, Adonai Ejad."
Escucha Israel, Adonai, nuestro Dios, Adonai es único.

Y ya en voz baja, continuamos la plegaria:

Baruj shem kevod maljutó le´olam va´ed
Ve ajabtá et Adonai elojeja bekol levavejá uvekol nafsejá uvekol meodeja
Vejayú hadevarim ja elé asher anojí metzavejá hayom al levaveja…

Bendito sea Su glorioso nombre hasta la eternidad.
Ama a tu Dios con todo tu corazón, con todo tu ser y con todas tus fuerzas.
Las leyes que te prescribo hoy las grabarás en tu corazón..."

Mientras acompañamos al abuelo en sus oraciones nos llenamos de esperanza. Tenemos la seguridad de que Adonai nos colmará de bienes y nos mostrará muy pronto al Mesías.

Hoy los maestros han hablado del profeta Isaías, nos dice el abuelo. Se llena de silencio la habitación cuando, con voz pausada, comienza a leer: "Pues bien, el propio Señor os da un signo. Mirad, la virgen está encinta y dará a luz un hijo, a quien pondrán por nombre Dios-con-nosotros". (Is, 7:14)

Sus ojos brillantes se detienen en cada uno de nosotros, los más pequeños de la familia, mientras nos exhorta: "Esto se cumplirá, esto se cumplirá... Una mujer buena ante Dios será llena de Su Espíritu y engendrará un hijo, no por obra de hombre sino de Dios, y nos traerá al Salvador. Aquél que llevamos esperando; aquel que prometió a nuestros padres Abraham, Isaac y Jacob..."

Recogidos en oración, estamos grabando estas palabras en el corazón e implorando a Dios que escuche al abuelo. El silencio se interrumpe de nuevo con la lectura de otras palabras del profeta: "El pueblo que camina en tinieblas verá una gran luz y a los que habitaban en tierra de sombras de muerte, les brillará una luz." (Is, 9:1)

Nos emociona la fuerza que transmite el abuelo pero también se ha hecho de noche y estamos cansados pues todo el día hemos estado con las ovejas por los apriscos, a la intemperie.

Preparamos todo para acostarnos. Apagamos la luz de la candela que consigue mantener el calor en la casa. Sin embargo, a nuestro alrededor hay agitación. Nos sorprende el revuelo que hay en la calle, a pesar de lo tarde que es. No sabemos qué está pasando pero el vecindario grita de alegría.

En pocos minutos han aporreado la puerta. "¿Qué pasa?"- preguntamos. "Abrid, abrid, aprisa, abrid", - se oye desde fuera-. "Pero, ¿se puede saber que está pasando?" - les preguntamos -. Y antes de contestar, hemos visto en el firmamento una estrella grande, muy grande que desprende una gran luz. "¡Ha nacido el Mesías!, ¡ha nacido el Mesías!", - gritan por las calles-. “La familia de Baruc -cuentan - se vio sorprendida por esa estrella. La han seguido y se han encontrado un Niño envuelto en pañales, como decía la escritura...

El abuelo lo ha escuchado todo pero no se ha movido de su sitio. Y es que, recogido en oración, ha elevado los brazos a Dios y ha empezado a cantar lleno de alegría: "ahora, por fin, es tiempo de construir en el corazón de cada hombre un lugar para el encuentro con Dios".


 




1 comentario:

Rocio dijo...

¡Qué bonita y nueva manera de contar la historia más hermosa del mundo!Felicidades, Sylvia!