lunes, 20 de diciembre de 2010

CUENTO DE NAVIDAD

Coro de Ángeles

La mula y el buey están un poco enfadados. Una miríada de ángeles que han rodeado el pesebre les ha arrinconado. Y es que también querían estar presentes cuando la Palabra eterna decidiera hacerse tan pequeña como para estar en un pesebre.

Cada uno se ha colocado estratégicamente. Mientras esperan al mensajero de Dios con las partituras, algunos se han acercado tímidamente a ver al Niño. Su madre les sonríe y les acoge con una mirada llena de cariño. No olvidarán ese gesto en los momentos difíciles.


Muy cerca del pesebre se encuentra el ángel "Ido". Así le llaman en el cielo porque con sus brazos abiertos lleva adorando a Dios en silencio desde que nació. Los ángeles más activos no acaban de entender este designio del Padre. ¿No se aburre? se preguntan algunos. Pero en el fondo, saben que es feliz porque está haciendo la voluntad de Dios.
Un viejo Querubín está mandando callar a la mula. Desde que le encargaron velar por el sueño de Jesús se muestra implacable. Y al fondo, los Ángeles más revoltosos que, aunque son conscientes de la trascendencia del momento, lo que más les divierte es jugar con la luz de las velas que soplan y soplan hasta que consiguen apagarlas. Otros juegan al escondite y los más eruditos tocan instrumentos porque quieren entretener a Jesús mientras llega el momento.

Cada Ángel agota su especie pero en todos hay un denominador común: sus corazones laten unidos junto al corazón de Jesús.

Ya ha llegado Gabriel. Han preparado un cántico celestial con Salmos que no se han podido cantar hasta el día de hoy. Sus alas se inclinan para manifestar su sumisión ante la presencia del Primogénito. Y con ese gesto y la emoción del momento, todos los que han bajado a la tierra para acompañar a Jesús, comienzan a entonar la plegaria que sólo esta criatura puede oír: "Ahora, la Palabra no sólo tiene voz, sino que tiene un rostro que podemos ver: Jesús, el Hijo del Padre, el Emmanuel, el Niño de Nazaret."

Después de repetirlo por tres veces consecutivas en una entonación cada vez más profunda y solemne, se ha hecho el silencio. A lo lejos se oye el eco de los vítores que en la Corte Celestial alzan el resto de los Ángeles, Arcángeles, Dominaciones y Potestades que, junto al Padre, han querido unirse también a esta gran fiesta.

La Historia deja sus sombras para abrirse a la luz. Aquí se verifica el hecho trascendental con el que se unen el cielo y la tierra y se reconcilia el hombre con Dios.


A todas y todos los que me ayudáis a mantener este blog, os deseo una Feliz Navidad.

1 comentario:

Anónimo dijo...

gracias Sylvia, una año más es mu bonito, felicidades!